Llegue un
viernes y el domingo ya sentía q tenia amigas de toda la vida. No conseguí el
trabajo que quería, ni la casa q había pensado. No pudo haber salido todo tan
distinto a “lo planeado”. Un día tuve
mucha fiebre y pensé que estaba saliendo todo mal, que me vuelvo mañana y
listo, ya esta, una pena. Pero al final no pudo ser todo tan perfecto. Ahora
tengo un trabajo que me encanta. Y vivo en una casita en el monte con hamaca
paraguaya y muchas estrellas que siento cerquita. Tengo un gato que fue hembra y
se llamo Luna y después fue macho y
ahora se llama Lunes. Muchos nuevos amigos. Algunos re locos, estamos. Vino el
fin del mundo y acá lo esperaban ansiosos, raro. Ahora entiendo por que a este
lugar le dicen Capilla Demente. Cuando solté el control y el dominio de la
mente me empezaron a pasar cosas lindas y buenas. Aprendí tanto que tendrían q
darme algún tipo de titulito. Inicial, nada más que eso obviamente, si sigo
siendo una pichi. Una palmadita en la espalda se acepta también. Extraño a
veces, otras no puedo reconocerme en la vida que vivía hace tres meses. Medio
que me enamore, varias veces. En enero me visitaron 12 personas. Le vendí un
mandala a Raúl Taibo. Una española me regalo semillas de maíz ancestral, tengo
que ser responsable y cuidarlas. Ya no me dan alergia las almendras, solo
alegría. Así estamos, chocha dirían las viejas.